En primer lugar, estamos ante una cuestión puramente genealógica: Los importantes cambios en las
mentalidades y en la cultura como resultado de la Romanización y de la Cristianización
primero, y del surgimiento de una nación española primigenia en tiempos de los
godos después (Todos estos procesos son analizados en mi libro Una nación llamada España), no contradice
el hecho de que las tribus que habitaron el espacio peninsular de manera previa
a todos estos procesos sean nuestros
ancestros. Somos sus hijos, y en consecuencia, también sus herederos, por
mucho que su legado se presente hoy difuso y semienterrado por las arenas del
tiempo.
En segundo lugar, la reivindicación del mundo pre-romano es
necesaria desde un punto de vista actual y casi me atrevería a decir que utilitario:
Nos encontramos en los últimos
estertores de la era cristiana y en una fase terminal de la Modernidad, en la que los últimos retazos de
comunidades humanas orgánicas están avanzando hacia la desaparición y donde un
gran número de preceptos y normas de vida otrora sagrados se extinguen en pos
de la libertad individual total.
En este contexto nuestro de crisis civilizacional el mundo anterior a la era cristiana, ya sea
éste el pagano clásico de Grecia y Roma o el tribal hispánico, puede y debe ser
sujeto de estudio y un referente para nuestros días: En esa
era olvidada podemos hallar aquellos rasgos
imperecederos que están presentes siempre en el ser humano y que forman parte indisociable de su condición;
además de todo un universo de criterios
éticos y sistemas de comportamiento
al margen de los construidos durante esa era cristiana que toca hoy a su fin.
¿Qué debemos tratar de salvar de las que parecen las últimas
mareas de la Modernidad? ¿Qué debemos intentar rescatar del naufragio de
Occidente y de sus naciones?
Las respuestas a estas cuestiones se encuentran quizá en los
tiempos remotos donde las fuentes escritas apenas alcanzan a iluminar: Debemos
intentar proteger aquello que ya nos
convertía en seres humanos cuando nuestra civilización estaba en pañales,
cuando la idea de España o de cualquier otra nación europea ni siquiera existía
y cuando el hombre más importante de la historia aún no se había manifestado
proclamando que era Dios hecho carne.
Como
una primera introducción a esta
Iberia prístina me gustaría recomendarles un libro que por sencillo y de fácil
lectura no está exento de un gran trabajo de investigación y compilación de
datos. La obra en cuestión, Guerreros de Iberia. La guerra antigua en la Península ibérica, puede ser una buena
aproximación hacia el conocimiento del mundo protohistórico.
El
autor, Benjamín Collado Hinarejos, centra su trabajo en la cuestión de la guerra: Las tribus prerromanas construyeron todo un
enorme universo de ideas en torno a la
actividad guerrera que iba desde las representaciones iconográficas pasando por la propia jerarquización de sus sociedades hasta llegar a la religión.
Analizado ese amplio entramado cultural sostenido sobre el ideal del héroe-guerrero, la obra pasa a estudiar como toda esa cultura bélica se traducía a la hora de la verdad: En el ambiente nostálgico de quien ya sabe que la historia contada tiene final trágico y aun así espera que los protagonistas triunfen contra enemigos imbatibles, Guerreros de Iberia nos narra los combates entre David y Goliat que tuvieron lugar en la Península ibérica entre las diferentes comunidades que formaban el abanico tribal hispánico y lo que el autor denomina con gran acierto como “gigantes mediterráneos”: Los dos titanes del mundo antiguo, Roma y Cartago, batallaron en lo que hoy llamamos España durante varios siglos, participando los indígenas primero como figurantes y después como protagonistas principales en una obra que, sin ellos ser conscientes, era la del final de su mundo.
Analizado ese amplio entramado cultural sostenido sobre el ideal del héroe-guerrero, la obra pasa a estudiar como toda esa cultura bélica se traducía a la hora de la verdad: En el ambiente nostálgico de quien ya sabe que la historia contada tiene final trágico y aun así espera que los protagonistas triunfen contra enemigos imbatibles, Guerreros de Iberia nos narra los combates entre David y Goliat que tuvieron lugar en la Península ibérica entre las diferentes comunidades que formaban el abanico tribal hispánico y lo que el autor denomina con gran acierto como “gigantes mediterráneos”: Los dos titanes del mundo antiguo, Roma y Cartago, batallaron en lo que hoy llamamos España durante varios siglos, participando los indígenas primero como figurantes y después como protagonistas principales en una obra que, sin ellos ser conscientes, era la del final de su mundo.
A
través de este relato sobre el ocaso de las viejas tribus, Benjamín Collado nos
hace comprender el cómo y el por qué los hispanos hacían la
guerra, aproximándonos a la comprensión de sus sistemas sociales
aristocráticos y a los modelos éticos heroicos que en un tiempo ya casi
olvidado articularon la vida de nuestros ancestros.
En un tiempo como el actual de desconcierto generalizado y
crisis de los sistemas morales y éticos desarrollados durante siglos por el
pensamiento cristiano, y antes que
éste, por el pagano clásico, la búsqueda de referencias y de un asidero en el pasado se vuelve absolutamente imprescindible para evitar una mayor disgregación y degeneración de nuestras sociedades y, en definitiva, de la civilización occidental entera.
Esto sumado a la ya citada crisis de la cosmovisión cristiana, quién sabe si pasajera o terminal, nos obliga a remontarnos más allá del año cero, tanto para buscar alternativas en lo que a ética y moral se refiere, como para tratar de hallar aquellos rasgos imperecederos que se presentan siempre en el espíritu del hombre y que deben ser defendidos a toda costa en una época como la actual cuyo núcleo filosófico y fin último no es otro que la rebelión del hombre contra su propia naturaleza.
Esto sumado a la ya citada crisis de la cosmovisión cristiana, quién sabe si pasajera o terminal, nos obliga a remontarnos más allá del año cero, tanto para buscar alternativas en lo que a ética y moral se refiere, como para tratar de hallar aquellos rasgos imperecederos que se presentan siempre en el espíritu del hombre y que deben ser defendidos a toda costa en una época como la actual cuyo núcleo filosófico y fin último no es otro que la rebelión del hombre contra su propia naturaleza.
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