En
el artículo anterior, La crisis española en los inicios del siglo XXI,
recogí todos aquellos principios que explican la nefasta situación que vive España en
nuestros días. Te invito a leer ese texto previo antes de
continuar.
Hoy,
en contraposición, me gustaría plasmar no ya situaciones dramáticas, sino
reflexionar con todos ustedes sobre aquellos principios que invitan a creer en
una posible recuperación de la nación. Con estas líneas trato de compilar los
aspectos que hacen que España tenga posibilidades de superar el escollo histórico
en el que se encuentra, poniendo de manifiesto elementos del contexto actual
que parecen favorecer la realización de dicha tarea.
El Gigante de Goya representaba el Imperio español en el siglo XVIII: Un coloso cansado y nostálgico, pero que podía resurgir
Para desentrañar la cuestión, iremos de lo concreto a lo general, avanzando a través del siguiente índice:
1.Pueblo español
2.Posición geoestratégica: España
como cruce de caminos
3.Bloque geopolítico europeo: la
crisis de la Unión europea
4.Contexto occidental: Relaciones
Estados unidos - Unión europea
De igual modo, aporto el siguiente esquema en forma de pirámide, que plasma los temas que vamos a tratar ordenados jerárquicamente. Puntualizar que las pirámides se construyen de la base a la cúspide:
1.El pueblo español
Actualmente
se ha venido extendiendo una cosmovisión relativamente novedosa que sostiene
que lo más importante en el devenir de una determinada potencia es su posición geoestratégica en el mundo. El
autor ruso Aleksandr Duguin, recuperando planteamientos que
hunden sus raíces en los inicios del siglo XX, es el principal exponente de la llamada Cuarta teoría política. De acuerdo con ésta, los estados
deben organizarse atendiendo de manera prioritaria a su posición geográfica en el mundo. Ese principio será el que determinará casi por entero su devenir histórico y su éxito o fracaso. Para Duguin, el mundo entero debería organizarse en función de estos principios geopolíticos.
deben organizarse atendiendo de manera prioritaria a su posición geográfica en el mundo. Ese principio será el que determinará casi por entero su devenir histórico y su éxito o fracaso. Para Duguin, el mundo entero debería organizarse en función de estos principios geopolíticos.
Un
ejemplo que ilustra lo dicho es su defensa de una alianza entre el mundo
cultural ruso y el islámico, para enfrentarse de manera conjunta al Eje atlantista, compuesto
prioritariamente por Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados.
Esta idea nos muestra como sus planteamientos se basan casi exclusivamente en atender a los grandes agregados, en este caso, a culturas a escala global, sin importar las diferencias nacionales y culturales concretas insertas dentro de cada una de ellas.
Esta idea nos muestra como sus planteamientos se basan casi exclusivamente en atender a los grandes agregados, en este caso, a culturas a escala global, sin importar las diferencias nacionales y culturales concretas insertas dentro de cada una de ellas.
Sin
entrar a analizar la obra de este autor lo cual nos llevaría mucho tiempo,
decir
simplemente que desde esta plataforma consideramos sus tesis como totalmente erróneas: El éxito o el fracaso de un Estado viene determinado por el pueblo sobre el que éste se sustenta y no sobre la región geopolítica que éste ocupe en el mapa del mundo.
simplemente que desde esta plataforma consideramos sus tesis como totalmente erróneas: El éxito o el fracaso de un Estado viene determinado por el pueblo sobre el que éste se sustenta y no sobre la región geopolítica que éste ocupe en el mapa del mundo.
Así,
países de enorme tamaño, con recursos naturales abundantes, muy poblados y con
una posición inmejorable no tienen por qué ser necesariamente potencias a nivel
mundial. Ejemplos hay muchos, aunque podemos comentar los casos de Brasil o
Sudáfrica.
Estos dos países deberían ser auténticos punteros según las tesis geopolíticas. ¿Por qué no es así? Básicamente porque no se puede explicar el mundo en base únicamente a los grandes agregados como es la posición de un país en el Planeta o las rencillas entre bloques geopolíticos. Debe tenerse en cuenta las características del Pueblo que habita y sostiene ese Estado. Brasil, siguiendo el ejemplo dado, es el país con el mayor número de homicidios del mundo y se encuentra en un estado de guerra civil de baja intensidad ante la tremenda conflictividad social. Esa situación interna no puede explicarse en función de principios geopolíticos, y, sin embargo, es clave para entender el papel que juega este país en el mundo.
Estos dos países deberían ser auténticos punteros según las tesis geopolíticas. ¿Por qué no es así? Básicamente porque no se puede explicar el mundo en base únicamente a los grandes agregados como es la posición de un país en el Planeta o las rencillas entre bloques geopolíticos. Debe tenerse en cuenta las características del Pueblo que habita y sostiene ese Estado. Brasil, siguiendo el ejemplo dado, es el país con el mayor número de homicidios del mundo y se encuentra en un estado de guerra civil de baja intensidad ante la tremenda conflictividad social. Esa situación interna no puede explicarse en función de principios geopolíticos, y, sin embargo, es clave para entender el papel que juega este país en el mundo.
Algo
parecido podría decirse de Sudáfrica:
Pese a sus posibilidades, el país se encuentra cercano a una guerra interna
entre las diferentes poblaciones que habitan el país, y no solo entre ‘‘blancos
y negros’’, sino que también existen importantes rencillas de tipo tribal entre
las poblaciones africanas.
No
quiere decir ésto que la posición geoestratégica de un país no sea importante,
sin embargo, no debe considerarse el
elemento prioritario sobre el que construir una cosmovisión general o una ideología como hace Duguin.
El
éxito o fracaso de un país se
explica partiendo desde los elementos
más pequeños que lo conforman, hasta llegar a esos grandes agregados de los
que venimos hablando: Las partes básicas que conforman una nación son las personas y las familias, y es en estos dos átomos irreducibles en los que hay que
poner la atención. Un cuerpo sano precisa de células sanas.
Trasladando
todo lo dicho al caso español,
podemos afirmar que la clave para el
devenir histórico del país es el propio pueblo español. Del mismo modo, la
actual crisis que vive el país a todos los niveles y que he recogido en el
artículo anterior, se debe también en una proporción altísima a
problemas achacables a los españoles.
En
otras palabras, si España se recupera será por la voluntad y el esfuerzo de los
españoles, y no por otros elementos ajenos a la propia población que habita el
país.
Debemos tener muy claro que ninguna potencia externa va a ''salvar'' a España.
Debemos tener muy claro que ninguna potencia externa va a ''salvar'' a España.
Lo
dicho nos puede llevar a una nueva pregunta, ¿Tiene capacidades el pueblo español para subsanar la vigente situación?
Creo firmemente que sí.
En el pasado nuestros ancestros realizaron enormes gestas que hacen de España una de las naciones históricas más importantes del mundo. Entre los hombres que efectuaron la Reconquista o los que dieron por primera vez la vuelta al Mundo, y nosotros, no ha habido ningún cambio brusco de tipo antropológico. Somos, por tanto, el mismo Pueblo. Somos sus hijos y herederos.
En el pasado nuestros ancestros realizaron enormes gestas que hacen de España una de las naciones históricas más importantes del mundo. Entre los hombres que efectuaron la Reconquista o los que dieron por primera vez la vuelta al Mundo, y nosotros, no ha habido ningún cambio brusco de tipo antropológico. Somos, por tanto, el mismo Pueblo. Somos sus hijos y herederos.
Por
tanto, se puede afirmar que tenemos, aunque muchas veces no lo sepamos, un
enorme potencial que nos permitiría dar la vuelta a la crisis estructural de la nación. Ésto no quiere decir que
sea una tarea fácil: Es necesario una toma de conciencia colectiva que permita
el cambio.
En definitiva, me gustaría que quedase claro la siguiente idea: Las soluciones que necesita España comienzan y
terminan, casi por entero, en el propio
pueblo español.
Dicho ésto, si que conviene puntualizar que ningún
país se encuentra totalmente aislado: Todos estamos afectados, queramos o no,
por fuerzas externas que influyen enormemente. Por ello también conviene analizarlas, haciendo especial hincapié en aquellas situaciones ajenas al contexto español que invitan a creer en la
recuperación nacional.
2.Posición geoestratégica: España como cruce de caminos
Hay numerosas
naciones que se encuentran embutidas entre
enormes potencias. Mongolia, por ejemplo, se encuentra inserta entre dos
gigantes continentales: Rusia y China. Polonia, por su parte, se encuentra también en una
situación geográfica difícil: Entre el bloque geopolítico de la Unión
Europa y las zonas de influencia rusa. En el escenario sudamericano, a Paraguay le ocurre algo parecido, al
encontrarse entre Argentina y Brasil, y sin salida al mar.
La política exterior de todos estos países va a estar determinada en gran medida por el contexto geográfico en el que se encuentran.
La política exterior de todos estos países va a estar determinada en gran medida por el contexto geográfico en el que se encuentran.
España, en
contraposición a todos ellos, goza de una posición
estratégica envidiable: Es un cruce
de caminos a nivel global y, a la vez, se encuentra relativamente aislada
Sin embargo, el poseer una ventaja no implica necesariamente que sea explotada. La ya citada Polonia posee, en términos comparativos, más soberanía que España y eso que teóricamente su situación es más complicada. ¿Por qué?
Sin embargo, el poseer una ventaja no implica necesariamente que sea explotada. La ya citada Polonia posee, en términos comparativos, más soberanía que España y eso que teóricamente su situación es más complicada. ¿Por qué?
Porque, como ya he explicado, su pueblo posee una conciencia
nacional más potente que les lleva a hacer valer sus derechos, supliendo, de este modo, las limitaciones impuestas por el medio geográfico.
Pero analicemos brevemente nuestra
posición en el mundo: España es una península dentro de otra península. Es el
extremo más occidental de Eurasia, tan solo unida a esta enorme masa
continental por la franja de terreno montañosa de los Pirineos.
Estamos en el Finis Terrae, donde se acababan los mapas. Desde antiguo y hasta el descubrimiento de América, se consideraba a España, efectivamente, el fin del mundo. Una tierra casi de leyenda donde habitaban los dioses y los muertos, según las leyendas que circulaban por el Mediterráneo.
Ocupamos, por tanto, una posición periférica con respecto a los tradicionales epicentros de la civilización europea: Grecia, Roma, Imperio carolingio, Sacro Imperio romano,...
Estamos en el Finis Terrae, donde se acababan los mapas. Desde antiguo y hasta el descubrimiento de América, se consideraba a España, efectivamente, el fin del mundo. Una tierra casi de leyenda donde habitaban los dioses y los muertos, según las leyendas que circulaban por el Mediterráneo.
Ocupamos, por tanto, una posición periférica con respecto a los tradicionales epicentros de la civilización europea: Grecia, Roma, Imperio carolingio, Sacro Imperio romano,...
Sin embargo, tras el
viaje de Colón y el descubrimiento de las tierras occidentales, España pasó de
ser una región periférica de Europa,
a ser el centro de un Mundo recién descubierto. Dicha condición, con ciertos cambios, se mantiene hasta hoy.
a ser el centro de un Mundo recién descubierto. Dicha condición, con ciertos cambios, se mantiene hasta hoy.
Nuestro país es aún
un cruce de caminos a nivel global: Por
España pasan no pocas rutas marítimas atlánticas, tanto de norte a sur como de este a
oeste. La Península funciona como una auténtica plataforma de comunicaciones
entre muy diversos espacios, conectando no solo países, sino también bloques geopolíticos completos.
De norte a sur, conectaría la
Unión europea con el Norte de África y el mundo islámico. De oeste a este,
conectaría también a la Unión europea con el Atlántico y con
América. También
controlaría el paso natural que es el estrecho de Gibraltar y que conecta el
mediterráneo con el océano. Así, nuestro país es un paso imprescindible para
aquel que pretenda franquear las columnas de Hércules.
Además, existen
también importantes relaciones
históricas con América del sur que
permitirían una conexión con los bloques geopolíticos allí constituidos.
España es, por
tanto, una encrucijada a nivel global,
por donde pasan la mayoría de las rutas comerciales y de comunicaciones de
todo el mundo.
Esta situación
podría granjear no pocos beneficios tanto económicos como en cuestiones de
política exterior, pero para ello hace falta voluntad y deseos de
hacer valer los intereses españoles, algo para lo cual ni el Estado ni la
propia población parecen estar dispuestos por ahora.
El mejor ejemplo
histórico que se me ocurre sobre el ‘’uso inteligente’’ de la posición
estratégica española es el realizado con Franco tras la II Guerra mundial. No
fueron pocos los que recomendaron al general pactar con las fuerzas externas
que habían bloqueado España comercialmente ante el riesgo de desabastecimientos.
En ese momento el jefe del Estado afirmó: >> Nos necesitan más que nosotros a ellos <<
No pocos pensarían que había perdido el juicio, pero el tiempo le daría la razón:
Los comienzos de la Guerra fría y la posición de España hacían de nuestro país
un aliado casi imprescindible para las fuerzas del bloque capitalista, ya que
la Península conectaba Estados Unidos con el resto de países democráticos de
Europa, además de controlar el estrecho de Gibraltar. De igual modo, los gobiernos liberales decimonónicos también adoptaron unas políticas de neutralidad que granjearon bastantes beneficios a España. Da que pensar que en el ''nefasto siglo XIX'' hubiese una política exterior más inteligente que la de hoy día.
3.Bloque geopolítico europeo: la crisis de la Unión
europea
Los Estados-nación
tradicionales se encuentran cediendo su soberanía con el objeto de permitir la
integración de bloques geopolíticos . Esta entrega del control se lleva
a cabo, por tanto, en una serie de entidades supranacionales concretas. En el
caso de España, la entrega de su soberanía se efectúa siguiendo la agenda
impuesta desde Bruselas, con el fin de hacer de la Unión europea una entidad
política transnacional.
Al debatir si España
puede ser o no un país soberano, debemos tener en cuenta la situación que vive
el bloque geopolítico al que actualmente estamos cediendo la soberanía. A pesar
de que en sus orígenes la Unión europea era una alianza de tipo
económico-comercial, acabó derivando paulatinamente en el proyecto de
integración de tipo político que conocemos hoy: Las naciones europeas deben diluirse para permitir la creación de un único estado supranacional.
El objetivo final es la creación de los Estados unidos de Europa.
El objetivo final es la creación de los Estados unidos de Europa.
Sin
embargo, y gracias a Dios, este proyecto de unión política ha sufrido una serie
de fracasos en tiempos recientes que hacen difícil pensar en un éxito definitivo.
Analizando las últimas décadas, podemos hablar primero de un freno del proyecto político y, después, de una serie ‘’retrocesos’’. De este modo llegaríamos a la situación actual en la que existe un auténtico riesgo de descomposición.
Analizando las últimas décadas, podemos hablar primero de un freno del proyecto político y, después, de una serie ‘’retrocesos’’. De este modo llegaríamos a la situación actual en la que existe un auténtico riesgo de descomposición.
Se puede decir, por tanto, que la Unión europea,
el organismo ante el que actualmente España se encuentra cediendo soberanía, está lejos de gozar de buena salud, lo
que no es sino una buena noticia para las naciones
sometidas.
Pero, ¿Qué
síntomas nos indican esa mala ‘’salud’’ de la Unión europea?
Aunque
lo más sonado y conocido es el Brexit,
lo cierto es que la Unión europea lleva dando señales de estancamiento durante
años: Tras el final de la Unión soviética, la inclusión de países de Europa
oriental y la transformación de la alianza económica en proyecto político,
parecía que el programa unionista se
estaba cumpliendo paso por paso. Todo parecía indicar que los Estados
Unidos de Europa estaban más cerca que nunca. Sin embargo, faltaba una pieza fundamental:
Una Constitución que hiciese las
veces de Ley suprema de ese futuro estado supranacional, siguiendo la tradición política de los estados liberales europeos de los siglos XIX y XX.
veces de Ley suprema de ese futuro estado supranacional, siguiendo la tradición política de los estados liberales europeos de los siglos XIX y XX.
El
Parlamento europeo en el año 2005 ratificó la Carta magna y se procedió a
someterla a Referéndum en las diferentes naciones, con el inestimable apoyo de
todos los medios de comunicación y de los principales partidos políticos.
Esta
fue la primera ocasión en la cual el
Pueblo rechazó una propuesta apoyada por toda la opinión pública y la mayor
parte de la clase política: Francia y los Países bajos votaron No a la
implantación de la Constitución y el proyecto quedó estancado. España en aquel
momento ya demostró ser uno de los principales bastiones del Progresismo y el Globalismo apoyando
mayoritariamente el Si a la Constitución (Aunque solo votó el 44% de los llamados a las urnas)
Aquel varapalo fue el primer gran
fracaso unionista. A pesar de que
la Constitución se sustituyó por las medidas adoptadas en el Tratado de Lisboa
(2007) sin someterse a Referéndum, el daño ya estaba hecho: Se había abierto
brecha entre el bloque conformado por las élites políticas aliadas con los
medios de masas, y una parte de los pueblos europeos.
Si
bien el No a la Constitución supuso un freno al proyecto político paneuropeo,
el primer retroceso llegó con el Brexit del pasado año: Por primera
vez una nación abandonada la Unión europea.
Nuevamente la mayor parte de la clase política y de los medios de masas apoyaron la permanencia, y sin embargo el pueblo británico demostró tener unos intereses bien diferentes a los de sus élites. Esta salida supone, a día de hoy, un precedente peligroso para Bruselas: Es posible abandonar la Unión europea.
Nuevamente la mayor parte de la clase política y de los medios de masas apoyaron la permanencia, y sin embargo el pueblo británico demostró tener unos intereses bien diferentes a los de sus élites. Esta salida supone, a día de hoy, un precedente peligroso para Bruselas: Es posible abandonar la Unión europea.
En
este contexto de crisis estructural, emergen otras dos grandes corrientes que
hacen tambalearse aún más a la Unión: Las resistencias
de países como Polonia y Hungría a entregar su soberanía, y el auge de movimientos euroescépticos en
el seno de los países miembros.
Personalmente
opino que ambos movimientos se retroalimentan, en tanto que los países de
Europa oriental funcionan como referente de los movimientos nacionalistas de la
zona occidental, y éstos, a su vez, demuestran a Hungría y Polonia que no
‘’están solos’’ en su titánica lucha por seguir existiendo como naciones
libres.
A
su vez, el propio Brexit limita en gran medida la presión que Bruselas puede
ejercer sobre Europa oriental: Una nueva salida del proyecto europeo no haría
más que agravar la profunda crisis ya existente.
Por
último, también conviene comentar la crisis política que se vive en Alemania, país
que es actualmente el principal valedor de la Unión europea: Merkel se mantiene en el poder a través de una coalición que cada cita electoral se torna más débil, con un Alternativa para Alemania en ascenso que amenaza con llevar el propio movimiento euroescéptico al principal bastión unionista.
que es actualmente el principal valedor de la Unión europea: Merkel se mantiene en el poder a través de una coalición que cada cita electoral se torna más débil, con un Alternativa para Alemania en ascenso que amenaza con llevar el propio movimiento euroescéptico al principal bastión unionista.
En
definitiva, la crisis interna que vive la Unión europea permitiría, de haber un
gobierno decidido a ello, hacer respetar la soberanía y los derechos de los
españoles aun sin abandonar este bloque geopolítico europeo. En un gran número
de países occidentales están surgiendo movimientos políticos que van esa
dirección. Esperemos que España no tarde en hacer lo propio.
4.Bloque occidental: Relaciones entre
la Unión europea y Trump
Comentaba
en el apartado anterior como se está produciendo un auge de movimientos
nacionalistas en todo occidente. Precisamente en Estados Unidos, epicentro de
la Globalización, tenemos la principal muestra de ello: La victoria de Trump en las elecciones. Este hecho tiene consecuencias
a muchos niveles, realmente puede considerarse un antes y un después, pero
nosotros nos centraremos en un aspecto concreto: El cambio en las relaciones entre los Estados unidos y la Unión europea.
Antes
de la elección presidencial del magnate, existía una fuerte alianza entre ambos
bloques auspiciada por Obama y Merkel. Ahora, en contraposición, se puede
afirmar que las relaciones entre la Unión europea y la potencia norteamericana se encuentra en sus peores momentos. A pesar de los mensajes hostiles de la Unión europea hacia Trump, lo
cierto es que ésta es la que tendría las de perder en un ‘’conflicto’’ con los
Estados unidos, ya que tradicionalmente ha sido dependiente tanto económica
como militarmente de la potencia americana.
La
institución paneuropea, en conclusión, se encuentra azotada por un conjunto de
fuerzas internas y externas que amenazan con cambiar para siempre el paradigma
actual.
Este
contexto de cambio es sin duda un ambiente óptimo para que una nación decidida
a ello recupere el control sobre sus asuntos. Polonia y Hungría han demostrado
que es posible hacer valer la soberanía incluso estando aun dentro de la propia
Unión europea.
Conclusiones
Si
bien hemos dedicado no pocas líneas al contexto internacional que rodea a
España, recogiendo tanto la crisis de la Unión europea como las malas
relaciones entra ésta y los Estados Unidos, debemos resaltar de manera prioritaria la primera
de las ideas expuestas: Para que un país mantenga su soberanía ésta debe ser
reivindicada de manera activa por el Pueblo que la está perdiendo. Poco o nada
importaría la remodelación al completo de la Unión europea si los españoles
continuamos siendo el pueblo con más auto-odio de todo Occidente.
Si
tenemos una tarea, es esa: Reivindicar lo español, nuestra historia, nuestra
cultura, nuestra herencia y nuestros derechos. Y estos principios han de
exigirse tanto en el interior como en el exterior de nuestro país. Todo pasa por un despertar colectivo como Pueblo. Hecho ésto, entonces ya se podrá discutir sobre política exterior y sobre cuestiones que se encuentren fuera del contexto nacional.
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